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Álbum de la semana: Nick Cave & The Bad Seeds – “Wild God”

El cantautor australiano continúa su viaje hacia la luz con ‘Wild God’, su 18º álbum con los Bad Seeds y Colin Greenwood de Radiohead.

Nick Cave aux studios de Miraval

Nick Cave está en el camino de la felicidad. Marcado por la muerte de su hijo Arthur, que cayó por un acantilado en 2015, ha completado su dolorosa trilogía iniciada con Push the Sky Away (2013), con la que nos despedimos de Mick Harvey de los Bad Seeds, a la guitarra, al que siguieron los antagónicos Skeleton Tree (2016) y Ghosteen (2019), ambos orquestados por Warren Ellis. El primero es un angustioso descenso a los infiernos, poblado de ritmos oscuros, theremin, drones, coros y teclados embrujados en los que Cave suplica y tantea; el segundo, un ascenso al cielo, con cuerdas celestiales y luz diáfana.

En 2018 este exmisántropo ha decidido abrirse al mundo. Conecta con sus fans en directo a través de The Red Hand Files, una web en la que él es el único que recibe y responde preguntas. Después de renunciar a conceder entrevistas durante años, pasó más de 40 horas hablando con Sean O’Hagan para el libro confesional Faith, Hope and Carnage (2022). Incluso aceptó la cámara de su amigo Andrew Dominik para dos documentales: One More Time With Feeling (2016) sobre Skeleton Tree tras la muerte de su hijo, y This Much I Know to Be True (2022) sobre Ghosteen y Carnage, su álbum de regreso en 2021 a dúo con Warren Ellis, que se ha convertido en su alter ego creativo.

Después trabajó con Ellis en una serie de partituras de películas (El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, La carretera, El leopardo de las nieves, etc.) e incluso escribió un libro para niños de 3 a 5 años (The Little Thing, 2021). En este doloroso viaje de reconstrucción, donde abunda la creación en todas sus formas, la Parca ataca de nuevo. Dawn, su madre y su hijo mayor, Jethro Lazenby, mueren con dos años de diferencia, en 2020 y 2022.

Espero que Wild God tenga el mismo efecto en los oyentes que tuvo en mí. Sale de los altavoces y me dejo llevar por él. Es un disco complicado, pero también profunda y alegremente contagioso”, dice Nick Cave. “Nunca tienes planes cuando haces un disco, pero este proceso, refleja el estado emocional de los escritores y músicos. Al escucharlo, no sé, simplemente sonamos felices”. Ante estas palabras, uno casi espera escuchar a Nick Cave sonriendo detrás de su micrófono, cantando sus sermones inspirados ahora en el Nuevo Testamento en lugar del Antiguo, y toda una cosmogonía propia. La sonrisa será interna. Es de su voz y de su música de donde brota la alegría. Y en esto, Wild God es una continuación de Ghosteen.

Nick Cave se reencuentra con algunos de los Bad Seeds, Thomas Wydler a la batería, Georges Vjestica a la guitarra, Jim Sclavunos a la percusión, en medio de un ejército de metales y maderas (tuba, trompa, violines), un coro mixto casi omnipresente, y sorprendentemente Colin Greenwood de Radiohead -hermano de Jonny- sustituyendo a Martyn P. Casey al bajo. Aunque algunos pasajes siguen siendo oscuros (Long Dark Night), o el decoro se reduce a bucles (Final Rescue Attempt), las progresiones (Songs of the Lake, Frogs, Joy) o los coros gospel (Conversion) delatan una fe edificante.

Es un Nick Cave apaciguado quien dedica O Wow O Wow (How Wonderful She Is) a la única mujer de los Bad Seeds, Anita Lane, que también pasó a la eternidad en 2021. La oímos recordar, reír y casi conversar con un vocoder tan suave como incomprensible. Quizá Nick Cave creó con él a este «dios salvaje», alejado de los dogmas que le asustan y de las expectativas imposibles. Un álbum esencial, salvavidas.